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Mostrando entradas de enero 19, 2022

Alguien que despierta, Aldo Pellegrini

  Aldo Pellegrini  Alguien que despierta Abre tus ojos de barro tus ojos de cielo y de noche interrumpida tus ojos de alfombra, tus ojos pisoteados ábrete a la luz y ala sombra y a los vientos a la sombra negra que arrojan los cuerpos. Árbol de la ceguera, de las muertes, camino de las desapariciones, marchas hacia los ojos abiertos del tiempo hacia el agua pura del instante que corre cuando te detienes te tornas invisible cuando andas te destruyes sólo eres la sombra de la idea de ser pero con el hueco de tu mano ves todo por el hueco de tu mano te derramas, cuerpo ávido de caricias de atmósferas, mil veces impasible, mil veces tierno pero finalmente absorbido por la nada que corroe lentamente el agua del tiempo Aldo Pellegrini

Agua escondida, Dulce María Loynaz

Dulce María Loynaz Agua escondida Tú eres el agua oscura que mana por dentro de la roca. Tú eres el agua oscura y entrañable que va corriendo bajo la tierra, ignorada del sol, de la sed de los que rastrean la tierra, de los que ruedan por la tierra. Tú eres agua virgen sin destino y sin nombre geográfico; tú eres la frescura intocada, el trémulo secreto de frescura, el júbilo secreto de esta frescura mía que tú eres, de esta agua honda que tú has sido siempre, sin alcanzar a ser más nada que eso; agua negra, sin nombre... ¡Y apretada, apretada contra mí! Dulce María Loynaz Más poemas de Dulce María Loynaz   |   Cuento    |   Poesía    |   Inicio

Amazona como lírica, Alberto Girri

  Alberto Girri Amazona como lírica Femineidad cobrando entonación masculina, gracia donde resuena la voz virago, carne con todo lo que insinúa de caballo, vientre recogido, redonda grupa, ancho pecho, orejas en punta, cerviz levantada, crines densas, la tibia piel y el belfo en sucesivo mudar, del reflejo castaño al ceniciento, bayo, dorado, a manchas... ¡Y la vitanda conclusión en tu deleite, un abrazo que por imprevista alquimia se agrega también dones histriónicos, un caballo que además finge no admitir en su dorso a nadie que no sea su dueño, y además la prevención de perder mansedumbre toda vez que se lo ceda a otro dueño! Alberto Girri