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Mostrando entradas de abril 5, 2017

"Caupolicán", Rubén Darío

Rubén Darío Caupolicán A Enrique Hernández Miyares Es algo formidable que vio la vieja raza:  robusto tronco de árbol al hombro de un campeón  salvaje y aguerrido, cuya fornida maza  blandiera el brazo de Hércules, o el brazo de Sansón. Por casco sus cabellos, su pecho por coraza,  pudiera tal guerrero, de Arauco en la región,  lancero de los bosques, Nemrod que todo caza,  desjarretar un toro, o estrangular un león. Anduvo, anduvo, anduvo. Le vio la luz del día,  le vio la tarde pálida, le vio la noche fría,  y siempre el tronco de árbol a cuestas del titán. «¡El Toqui, el Toqui!» clama la conmovida casta.  Anduvo, anduvo, anduvo.  La aurora dijo: «Basta», e irguióse la alta frente del gran Caupolicán.  Rubén Darío Más poemas de Rubén Darío Más Poesía    |    Cuento    |    Letras de canciones    |    Inicio El escritor nicaragüense Rubén Darío es considerado el padre del movimiento literario Modernismo.

"Puede ajustarse al pecho coraza férrea y dura", Rubén Darío

Rubén Darío MEDALLONES - II     CATULLE MENDÈS Puede ajustarse al pecho coraza férrea y dura;  puede regir la lanza, la rienda del corcel;  sus músculos de atleta soportan la armadura...  pero el busca en las bocas rosadas leche y miel. Artista, hijo de Capua, que adora la hermosura,  la carne femenina prefiere su pincel;  y en el recinto oculto de tibia alcoba oscura  agrega mirto y rosas a su triunfal laurel. Canta de los oaristis el delicioso instante,  los besos y el delirio de la mujer amante,  y en sus palabras tiene perfume, alma, color. Su ave es la venusina, la tímida paloma.  Vencido hubiera en Grecia, vencido hubiera en Roma,  en todos los combates del arte o del amor.  Rubén Darío Más poemas de Rubén Darío Más Poesía    |    Cuento    |    Letras de canciones    |    Inicio

"Caracol", Rubén Darío

Rubén Darío Caracol A Antonio Machado En la playa he encontrado un caracol de oro  macizo y recamado de las perlas más finas;  Europa le ha tocado con sus manos divinas  cuando cruzó las ondas sobre el celeste toro. He llevado a mis labios el caracol sonoro  y he suscitado el eco de las dianas marinas,  le acerqué a mis oídos y las azules minas  me han contado en voz baja su secreto tesoro. Así la sal me llega de los vientos amargos  que en sus hinchadas velas sintió la nave Argos  cuando amaron los astros el sueño de Jasón; y oigo un rumor de olas y un incógnito acento  y un profundo oleaje y un misterioso viento...  (El caracol la forma tiene de un corazón.)  Rubén Darío Más poemas de Rubén Darío Más Poesía    |    Cuento    |    Letras de canciones    |    Inicio

"Yo soy aquel que ayer no más decía", Rubén Darío

Rubén Darío CANTOS DE VIDA Y ESPERANZA I A J. Enrique Rodó Yo soy aquel que ayer no más decía  el verso azul y la canción profana,  en cuya noche un ruiseñor había  que era alondra de luz por la mañana. El dueño fui de mi jardín de sueño,  lleno de rosas y de cisnes vagos;  el dueño de las tórtolas, el dueño  de góndolas y liras en los lagos; y muy siglo diez y ocho y muy antiguo  y muy moderno; audaz, cosmopolita;  con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo,  y una sed de ilusiones infinita. Yo supe de dolor desde mi infancia,  mi juventud.... ¿fue juventud la mía?  Sus rosas aún me dejan su fragancia...  una fragancia de melancolía... Potro sin freno se lanzó mi instinto,  mi juventud montó potro sin freno;  iba embriagada y con puñal al cinto;  si no cayó, fue porque Dios es bueno. En mi jardín se vio una estatua bella;  se juzgó mármol y era carne viva;  una alma joven habitaba en ella,  sentimental, sensible, sensitiva. Y tím

"Cantaré sobre todo la paz", Rubén Darío

Rubén Darío Cantaré la paz sobre todo. Huya el demonio perverso, huya el demonio beodo que incendia en mal el universo; desaparezcan las furias que con sangre de los ejércitos empurpuraron las centurias; que no más rujan los tigres marciales sino de alegría, y que a la paz se alce un templo como aquel que dando un ejemplo insigne Augusto romano ordenara elevar un día. El industrioso ciudadano el ramo de olivo venere; que tenga sus armas listas, no para inhumanas conquistas, mas para defender su tierra donde por la patria se muere. ¡Guerra, pues, tan sólo a la guerra! Paz, para que el pensamiento domine el globo, y vaya luego, cual bíblico carro de fuego, de firmamento en firmamento. ¡Paz para los creadores, descubridores, inventores, rebuscadores de verdad; paz a los poetas de Dios, paz a los activos y a los hombres de buena voluntad! En paz la hora renaciente, continua y poliformemente, el movimiento y no la iner

"Cantaré del primer navío", Rubén Darío

Rubén Darío Cantaré del primer navío que velivolante saliera desde las aguas del Río de la Plata con la bandera bicolor al mástil gallardo. Recordad al nauta que vino de Saint-Tropez, a Buchardo, el capitán franco-argentino, hábil bajo las marejadas, bajo las tormentas ufano y a todos sus camaradas que fueron por el oceano, denodados predecesores de los que hoy en acorazadas naves portan a sol y bruma los dos simbólicos colores flameantes sobre la espuma. Bien vayan torres y palacios erizados de cañones suprimiendo tiempo y espacios a visitar a las naciones, pero no por guerra voraz, productora de luto y llanto, mas diciendo como en el canto del italiano: ¡Paz! ¡Paz! ¡Paz! Heroica nación bendecida, ármate para defenderte; sé centinela de Vida y no ayudante de la Muerte. Que tus máquinas de hierro y que las bruñidas bocas cruentas no alegren al perro negro avernal. Que tu lanza, cual la libertad que invocas, gar

"¡Cantad, judíos de la pampa!", Rubén Darío

Rubén Darío ¡Cantad, judíos de la pampa! Mocetones de ruda estampa, dulces Rebecas de ojos francos, Rubenes de largas guedejas, patriarcas de cabellos blancos, y espesos como hípicas crines; cantad, cantad, Saras viejas, y adolescentes Benjamines, con voz de vuestro corazón: ¡Hemos encontrado a Sión!  Rubén Darío Más poemas de Rubén Darío Más Poesía    |    Cuento    |    Letras de canciones    |    Inicio

"Cantaba como un canario" (Abrojos XVIII), Rubén Darío

Rubén Darío    ABROJOS - XVIII Cantaba como un canario mi amada alegre y gentil, y danzaba al son del piano, del oboe y del violín. Y era el ruido estrepitoso de su rítmico reír, eco de áureas campanillas, son de lira de marfil, sacudidas en el aire por un loco serafín. Y eran su canto, su baile, y sus carcajadas mil, puñaladas en el pecho, puñaladas para mí, de las cuales llevo adentro la imborrable cicatriz.  Rubén Darío Más poemas de Rubén Darío Más Poesía    |    Cuento    |    Letras de canciones    |    Inicio