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Mostrando entradas de febrero 28, 2017

"Cielo neblinoso", Charles Baudelaire

Charles Baudelaire Se diría cubierta de vapor tu mirada; Tu mirar misterioso (¿es azul, gris o verde?) Alternativamente tierno, cruel, soñador, Refleja la indolencia y palidez del cielo. Recuerdas los días blancos, y tibios y velados, Que a las cautivas almas hacen fundirse en lágrimas, Cuando, presa de un mal confuso que los tensa, Los excitados nervios se burlan del dormido. A veces te asemejas a esos bellos paisajes Que iluminan los soles de estaciones brumosas… ¡Y cómo resplandeces, oh mojado paisaje Que atraviesan los rayos entre un cendal de niebla! ¡Oh mujer peligrosa, oh seductores climas! ¿Acabaré adorando vuestras nieves y escarchas, Y, al cabo, arrancaré del implacable invierno Placeres más agudos que el hielo y que la espada? Más poemas de Charles Baudelaire    |    Inicio   _______________________________________ Charles Baudelaire (1821-1867), escritor francés de gran trascendencia, pieza clave en el paso a lo que hoy se de

"Cada cual con su quimera", Charles Baudelaire

Charles Baudelaire Bajo un amplio cielo gris, en una vasta llanura polvorienta, sin sendas, ni césped, sin un cardo, sin una ortiga, tropecé con muchos hombres que caminaban encorvados.         Llevaba cada cual, a cuestas, una quimera enorme, tan pesada como un saco de harina o de carbón, o la mochila de un soldado de infantería romana.         Pero el monstruoso animal no era un peso inerte; envolvía y oprimía, por el contrario, al hombre, con sus músculos elásticos y poderosos; prendíase con sus dos vastas garras al pecho de su montura, y su cabeza fabulosa dominaba la frente del hombre, como uno de aquellos cascos horribles con que los guerreros antiguos pretendían aumentar el terror de sus enemigos.         Interrogué a uno de aquellos hombres preguntándole adónde iban de aquel modo. Me contestó que ni él ni los demás lo sabían; pero que, sin duda, iban a alguna parte, ya que les impulsaba una necesidad invencible de andar.         Observación c

"Bendición", Charles Baudelaire

Charles Baudelaire Cuando, por un decreto de las potencias supremas, El Poeta aparece en este mundo hastiado, Su madre espantada y llena de blasfemias Crispa sus puños hacia Dios, que de ella se apiada: -“¡Ah! ¡no haber parido todo un nudo de víboras, Antes que amamantar esta irrisión! ¡Maldita sea la noche de placeres efímeros En que mi vientre concibió mi expiación! Puesto que tú me has escogido entre todas las mujeres Para ser el asco de mi triste marido, Y como yo no puedo arrojar a las llamas, Como una esquela de amor, este monstruo esmirriado, ¡Yo haré rebotar tu odio que me agobia Sobre el instrumento maldito de tus perversidades, Y he de retorcer tan bien este árbol miserable, Que no podrán retoñar sus brotes apestados!” Ella vuelve a tragar la espuma de su odio, Y, no comprendiendo los designios eternos, Ella misma prepara en el fondo de la Gehena Las hogueras consagradas a los crímenes maternos. Sin embargo, bajo la tutela invisible de u

"Alegoría", Charles Baudelaire

Charles Baudelaire Es una mujer bella y de espléndido porte, Que en el vino arrastrar deja su cabellera. Las garras del amor, los venenos del antro, Resbalan sin calar en su piel de granito. Se chancea de la muerte y del Libertinaje: Los monstruos, cuya mano desgarradora y áspera, Ha respetado siempre, en sus juegos fatales, La ruda majestad de ese cuerpo arrogante. Camina como diosa, posa como sultana; Una fe mahometana deposita en el goce y con abiertos brazos que los senos resaltan, Con la mirada invita a la raza mortal. Cree o, mejor aún, sabe, esta infecunda virgen, Necesaria, no obstante, en la marcha del mundo, Que la hermosura física es un sublime don Que de toda ignominia sabe obtener clemencia. Tanto como el Infierno, el Purgatorio ignora, Y cuando llegue la hora de internarse en la Noche, Contemplará de frente el rostro de la Muerte, Como un recién nacido -sin odio ni pesar. Más poemas de Charles Baudelaire    |    Inicio   ______

"Al lector", Charles Baudelaire

Charles Baudelaire La necedad, el error, el pecado, la tacañería, Ocupan nuestros espíritus y trabajan nuestros cuerpos, Y alimentamos nuestros amables remordimientos, Como los mendigos nutren su miseria. Nuestros pecados son testarudos, nuestros arrepentimientos cobardes; Nos hacemos pagar largamente nuestras confesiones, Y entramos alegremente en el camino cenagoso, Creyendo con viles lágrimas lavar todas nuestras manchas. Sobre la almohada del mal está Satán Trismegisto Que mece largamente nuestro espíritu encantado, Y el rico metal de nuestra voluntad Está todo vaporizado por este sabio químico. ¡Es el Diablo quien empuña los hilos que nos mueven! A los objetos repugnantes les encontramos atractivos; Cada día hacia el Infierno descendemos un paso, Sin horror, a través de las tinieblas que hieden. Cual un libertino pobre que besa y muerde el seno martirizado de una vieja ramera, Robamos, al pasar, un placer clandestino Que exprimimos bien f

"Abel y Caín", Charles Baudelaire

Charles Baudelaire I Raza de Abel, traga y dormita; Dios te sonríe complacido Raza de Caín, en el fango Cae y miserablemente muere. Raza de Abel, tu sacrificio ¡Le huele bien al Serafín! Raza de Caín, tu suplicio ¿Tendrá un final alguna vez? Raza de Abel, mira tus siembras y tus rebaños prosperar; Raza de Caín, tus entrañas Aúllan hambrientas como un can. Raza de Abel, caldea tu vientre Junto a la lumbre patriarcal; Raza de Caín, en tu antro, Pobre chacal, ¡tiembla de frío! Raza de Abel, ¡ama y pulula! Tu oro también produce hijos; Raza de Caín, corazón ígneo, Cuídate de esos apetitos. Raza de Abel, creces y engordas ¡Como chinche en la madera! Raza de Caín, por los caminos, Lleva a tu gente temerosa. II ¡Ah, raza de Abel, tu carroña Abonará el humeante suelo! Raza de Caín, tu tarea Todavía no la cumpliste; Raza de Abel, mira tu oprobio: ¡El chuzo al hierro venció! Raza de Caín, sube a

"A un transeúnte", Charles Baudelaire

 Charles Baudelaire La calle atronadora aullaba en torno mío. Alta, esbelta, enlutada, con un dolor de reina Una dama pasó, que con gesto fastuoso Recogía, oscilantes, las vueltas de sus velos, Agilísima y noble, con dos piernas marmóreas. De súbito bebí, con crispación de loco. Y en su mirada lívida, centro de mil tomados, El placer que aniquila, la miel paralizante. Un relámpago. Noche. Fugitiva belleza Cuya mirada me hizo, de un golpe, renacer. ¿Salvo en la eternidad, no he de verte jamás? ¡En todo caso lejos, ya tarde, tal vez nunca! Que no sé a dónde huiste, ni sospechas mi ruta, ¡Tú a quien hubiese amado. Oh tú, que lo supiste! Más poemas de Charles Baudelaire    |    Inicio   _______________________________________ Charles Baudelaire (1821-1867), escritor francés de gran trascendencia, pieza clave en el paso a lo que hoy se denomina "poesía moderna". _________________________________ Letras de acá y de allá. Blo

"A Theodore de Banville", Charles Baudelaire

Charles Baudelaire De la Diosa empuñasteis la espesa cabellera, Con vigor tal, que todos os hubieran tomado, Al ver ese aire altivo y ese hermoso abandono Por un joven rufián que golpease a su amante. La mirada incendiada por un fuego precoz, Vuestro orgullo de artífice sin pudor exhibisteis, En esas construcciones, cuya audacia correcta, Anticipa los frutos de vuestra madurez. Poeta, nuestra sangre por cada poro escapa. ¿Tal vez por un azar, la veste del Centauro, Que cada vena en fúnebre arroyo transformó, Fue tres veces teñida en las sutiles lavas, De aquellos monstruosos reptiles vengativos, Que Hércules en su cuna un día estrangulara? Más poemas de Charles Baudelaire    |    Inicio   _______________________________________ Charles Baudelaire (1821-1867), escritor francés de gran trascendencia, pieza clave en el paso a lo que hoy se denomina "poesía moderna". _________________________________ Letras de acá y de all

"A la una de la mañana", Charles Baudelaire

Charles Baudelaire ¡Solo por fin! Ya no se oye más que el rodar de algunos coches rezagados y derrengados. Por unas horas hemos de poseer el silencio, si no el reposo. ¡Por fin desapareció la tiranía del rostro humano, y ya sólo por mí sufriré!         ¡Por fin! Ya se me consiente descansar en un baño de tinieblas. Lo primero, doble vuelta al cerrojo. Me parece que esta vuelta de llave ha de aumentar mi soledad y fortalecer las barricadas que me separan actualmente del mundo.         ¡Vida horrible! ¡Ciudad horrible! Recapitulemos el día: ver a varios hombres de letras, uno de los cuales me preguntó si se puede ir a Rusia por vía de tierra -sin duda tomaba por isla a Rusia-; disputar generosamente con el director de una revista, que, a cada objeción, contestaba: «Este es el partido de los hombres honrados»; lo cual implica que los demás periódicos están redactados por bribones; saludar a unas veinte personas, quince de ellas desconocidas; repartir apret

"A la que es demasiado alegre", Charles Baudelaire

Charles Baudelaire Tu cabeza, tu gesto, tu aire Como un bello paisaje, son bellos; Juguetea en tu cara la risa Cual fresco viento en claro cielo. El triste paseante al que rozas Se deslumbra por la lozanía Que brota como un resplandor De tus espaldas y tus brazos. El restallante colorido De que salpicas tus tocados Hace pensar a los poetas En un vivo ballet de flores. Tus locos trajes son emblema De tu espíritu abigarrado; Loca que me has enloquecido, Tanto como te odio te amo. Frecuentemente en el jardín Por donde arrastro mi atonía, Como una ironía he sentido Que el sol desgarraba mi pecho; Y el verdor y la primavera Tanto hirieron mi corazón, Que castigué sobre una flor La osadía de la Naturaleza. Así, yo quisiera una noche, Cuando la hora del placer llega, Trepar sin ruido, como un cobarde, A los tesoros que te adornan, A fin de castigar tu carne, De magullar tu seno absuelto Y abrir a tu atóni