Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de febrero 6, 2024

Cheché, Dulce María Loynaz

  Cheché                                             (Muchacha que hace flores artificiales)                                                           Dedico estos veros a la señorita                                              Mercedes Sardañas, heroina anónima                                                                                    A ella devotamente Cheché es delgada y ágil. Va entrada en el otoño. Tiene los ojos mansos y la boca sin besos... Yo la he reconocido en la paz de una tarde como el Hada -ya mustia- de mi libro de cuentos. Cheché es maravillosa y cordial; vuela sin alas por calles y talleres. En invierno hace brotar claveles y rosas y azucenas con un poco de goma y unas varas de lienzo ... Esta Cheché hace flores artificiales. Ella es la abastecedora de escuelas y conventos... ¡La primavera la hace florecer como a tierra virgen!... Y la deshoja y la sacude en pétalos ... Ella tiene la altura de los lirios pascuales en sus manos; y tiene que pasar por sus dedos l

Alguien que anda por ahí, cuento de Julio Cortázar

Julio Cortázar Alguien que anda por ahí A Esperanza Machado, pianista cubana. A Jiménez lo habían desembarcado apenas caída la noche y aceptando todos los riesgos de que la caleta estuviera tan cerca del puerto. Se valieron de la lancha eléctrica, claro, capaz de resbalar silenciosa como una raya y perderse de nuevo en la distancia mientras Jiménez se quedaba un momento entre los matorrales esperando que se le habituaran los ojos, que cada sentido volviera a ajustarse al aire caliente y a los rumores de tierra adentro. Dos días atrás había sido la peste del asfalto caliente y las frituras ciudadanas, el desinfectante apenas disimulado en el lobby del Atlantic, los parches casi patéticos del bourbon con que todos ellos buscaban tapar el recuerdo del ron; ahora, aunque crispado y en guardia y apenas permitiéndose pensar, lo invadía el olor de Oriente, la sola inconfundible llamada del ave nocturna que quizás le daba la bienvenida, mejor pensarlo así como un conjuro. Al principio a York l

A tientas, poema de Mario Benedetti

  A tientas Se retrocede con seguridad pero se avanza a tientas uno adelanta manos como un ciego ciego imprudente por añadidura pero lo absurdo es que no es ciego y distingue el relámpago la lluvia los rostros insepultos la ceniza la sonrisa del necio las afrentas un barrunto de pena en el espejo la baranda oxidada con sus pájaros la opaca incertidumbre de los otros enfrentada a la propia incertidumbre se avanza a tientas / lentamente por lo común a contramano de los convictos y confesos en búsqueda tal vez de amores residuales que sirvan de consuelo y recompensa o iluminen un pozo de nostalgias se avanza a tientas/ vacilante no importan la distancia ni el horario ni que el futuro sea un vislumbre o una pasión deshabitada a tientas hasta que una noche se queda uno sin cómplices ni tacto y a ciegas otra vez y para siempre se introduce en un túnel o destino que no se sabe dónde acaba. Mario Benedetti Más textos de Benedetti   |   Cuento    |   Poesía    |   Inicio

Con qué secreto, poema de Adolfo Burriel

  …con qué secreto... …con qué secreto a qué tibia antesala, en qué aldea del aire las arañas hilan la nada duradera… Adolfo Burriel De Colores desunidos, Ediorial AbeZetario, 2010 Más poemas de Adolfo Burriel   |   Cuento    |   Poesía    |   Inicio

Macario, cuento de Juan Rulfo

  Macario Juan Rulfo         Estoy sentado junto a la alcantarilla aguardando a que salgan las ranas. Anoche, mientras estábamos cenando, comenzaron a armar el gran alboroto y no pararon de cantar hasta que amaneció. Mi madrina también dice eso: que la gritería de las ranas le espantó el sueño. Y ahora ella bien quisiera dormir. Por eso me mandó a que me sentara aquí, junto a la alcantarilla, y me pusiera con una tabla en la mano para que cuanta rana saliera a pegar de brincos afuera, la apalcuachara a tablazos… Las ranas son verdes de todo a todo, menos en la panza. Los sapos son negros. También los ojos de mi madrina son negros. Las ranas son buenas para hacer de comer con ellas. Los sapos no se comen; pero yo me los he comido también, aunque no se coman, y saben igual que las ranas. Felipa es la que dice que es malo comer sapos. Felipa tiene los ojos verdes como los ojos de los gatos. Ella es la que me da de comer en la cocina cada vez que me toca comer. Ella no quiere que yo perjud