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Mostrando entradas de enero 29, 2024

Poemas de Rubén Darío

 Poemas de Rubén Darío Rubén Darío Lista alfabética de poemas de Rubén Darío por título o por primer verso: A Amado Nervo   A aquel pobre muchacho (Abrojos XXVI)   A Colón   Advierte si fue profundo (Abrojos XXII)   A Juan Ramón Jiménez   Alaba los ojos negros de Julia   ¡Aleluya!   Allá en la playa quedó la nina   Allá está la cumbre   Allá lejos   Al rey Óscar   A las evocaciones clásicas   Al oír sus razones (Abrojos VII)     Amada, la noche llega   Amado Nervo   A maestre Gonzalo de Berceo   A Margarita Debayle (Margarita, está linda la mar...)   Ama tu ritmo y ritma tus acciones   Amo los pálidos rostros   Anagké   Animará la virgen tierra   Ano nuevo   A Phocás, el campesino    Aquella frente de virgen (Abrojos XXIX)   Argentina, Argentina   Argentina, el cantor ha oteado   Argentina, el día que te vistes de gala   Argentina, región de la aurora   Argentina, tu ser no abriga A Roosevelt   A un tal que asesinó a diez (Abrojos XV)   Autumnal   Bajo el retrato de Espronceda   Balada

Sinfonía en gris mayor, Rubén Darío

Rubén Darío Sinfonía en gris mayor El mar como un vasto cristal azogado refleja la lámina de un cielo de zinc; lejanas bandadas de pájaros manchan el fondo bruñido de pálido gris. El sol como un vidrio redondo y opaco con paso de enfermo camina al cenit; el viento marino descansa en la sombra teniendo de almohada su negro clarín. Las ondas que mueven su vientre de plomo debajo del muelle parecen gemir. Sentado en un cable, fumando su pipa, está un marinero pensando en las playas de un vago, lejano, brumoso país. Es viejo ese lobo. Tostaron su cara los rayos de fuego del sol del Brasil; los recios tifones del mar de la China le han visto bebiendo su frasco de gin. La espuma impregnada de yodo y salitre ha tiempo conoce su roja nariz, sus crespos cabellos, sus bíceps de atleta, su gorra de lona, su blusa de dril. En medio del humo que forma el tabaco ve el viejo el lejano, brumoso país, adonde una tarde caliente y dorada tendidas las velas partió el bergantín… La siesta del trópico. El l