Huya el demonio
perverso,
huya el demonio
beodo
que incendia en
mal el universo;
desaparezcan las
furias
que con sangre de
los ejércitos
empurpuraron las
centurias;
que no más rujan
los tigres
marciales sino de
alegría,
y que a la paz se
alce un templo
como aquel que
dando un ejemplo
insigne Augusto
romano
ordenara elevar
un día.
El industrioso
ciudadano
el ramo de olivo
venere;
que tenga sus
armas listas,
no para inhumanas
conquistas,
mas para defender
su tierra
donde por la
patria se muere.
¡Guerra, pues, tan sólo a la guerra!
Paz, para que el
pensamiento
domine el globo,
y vaya luego,
cual bíblico
carro de fuego,
de firmamento en
firmamento.
¡Paz para los
creadores,
descubridores,
inventores,
rebuscadores de
verdad;
paz a los poetas
de Dios,
paz a los activos
y a los
hombres de buena
voluntad!
En paz la hora
renaciente,
continua y
poliformemente,
el movimiento y
no la inercia,
legiones dueñas
de sus actos,
gente que osa,
que comercia,
multiplica los
artefactos,
combate la
escasez, la negra
miseria y pasa
sus revistas
a las usinas y
talleres;
y sus horas
áureas alegra
con la invención
de los artistas
y la beldad de
las mujeres.
¿A qué los
crueles filósofos?
¿A qué los falsos
crisóstomos
de la inquina y
de la blasfemia?
¡Al pueblo que
busca ideal
ofrezca una nueva
academia
sus enseñanzas
contra el mal,
su filosofía de
luz;
que no más el
odio emponzoñe,
y un ramaje de
paz retoñe
del madero de la Cruz!
del madero de la Cruz!
Rubén Darío
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El escritor nicaragüense Rubén Darío es considerado el padre del movimiento literario Modernismo.
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