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A don Luis de Góngora Vicente Aleixandre

Vicente Aleixandre A don Luis de Góngora Vicente Aleixandre ¿Qué firme arquitectura se levanta del paisaje, si urgente de belleza, ordenada, y penetra en la certeza del aire, sin furor y la suplanta? Las líneas graves van. Mas de su planta brota la curva, comba su justeza en la cima, y respeta la corteza intacta, cárcel para pompa tanta. El alto cielo luces meditadas reparte en ritmos de ponientes cultos, que sumos logran su mandato recto. Sus matices sin iris las moradas del aire rinden al vibrar, ocultos, y el acorde total clama perfecto. Vicente Aleixandre

El altillo, Mario Benedetti - Cuento Latinoamericano

Mario Benedetti El altillo  Mario Benedetti Está allá arriba. Lo veo desde aquí. Siempre quise un altillo. Cuando tenía nueve años, cuando tenía doce. Lo veo desde aquí y es bueno saber que existe. Tiene la luz encendida. Es una bombilla de cien bujías, pero desde el patio la veo apenas como un resplandor. Siempre quise un altillo, para escaparme. ¿De quién? Nunca lo supe. Francamente, yo quisiera saber si todos están seguros de quién escapan. Nadie lo sabe. Puede ser que lo sepa un ratón, pero yo creo que un ratón no es lo que el doctor llama un fugitivo típico. Yo sí lo soy. Quise un altillo como el de Ignacio, por ejemplo. Ignacio tenía allí libros, almanaques, mapas, postales, álbumes de estampillas. Ignacio pasaba directamente del altillo a la azotea, y desde allí podía dominar todas las azoteas vecinas, con claraboyas o sin ellas, con piletas de lavar ropa o macetas en los pretiles. En ese momento ya no tenía ojos de fuga sino de dominador. Dominar las azoteas es aproximadam...

Instrucciones para subir una escalera, Julio Cortázar

  Julio Cortázar Instrucciones para subir una escalera Julio Cortázar Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso. Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La...

Poemas de Charles Baudelaire

Charles Baudelaire Poemas de Charles Baudelaire  Abel y Caín   A la que es demasiado alegre   A la una de la mañana   Al lector   Alegoría   A Theodore de Banville A un transeúnte   Bendición   Cada cual con su quimera   Cielo neblinoso   Condenación   Confesión   Correspondencias   El albatros   El alma del vino   El amor engañoso   El amor y el cráneo   El bello navío   El crepúsculo matutino   El enemigo   Elevación   El extranjero   El mal vidriero   El fin de la jornada   El gato   El glotón   El juguete del pobre   El leteo   El loco y la venus   El mal monje   El pastel   El perro y el frasco   El reloj   El sol   El surtidor   El viejo saltimbanqui   El vino de los amantes   El vino del solitario   Epígrafe para un libro condenado   La Beatriz   La desesperación de la vieja   L...

Poemas de Alfonsina Storni

Poemas de Alfonsina Storni  Adiós   Alma desnuda   Al mirar mis mejillas, que ayer estaban rojas   Al oído   Apesar de mí misma te amo Más Poesía    |    Cuento    |    Letras de canciones    |    Inicio Otras poetas: Alejandra Pizarnik / Sor Juana / Adrienne Rich Más autores: Rubén Darío Mnuel

Alguien que despierta, Aldo Pellegrini

  Aldo Pellegrini  Alguien que despierta Abre tus ojos de barro tus ojos de cielo y de noche interrumpida tus ojos de alfombra, tus ojos pisoteados ábrete a la luz y ala sombra y a los vientos a la sombra negra que arrojan los cuerpos. Árbol de la ceguera, de las muertes, camino de las desapariciones, marchas hacia los ojos abiertos del tiempo hacia el agua pura del instante que corre cuando te detienes te tornas invisible cuando andas te destruyes sólo eres la sombra de la idea de ser pero con el hueco de tu mano ves todo por el hueco de tu mano te derramas, cuerpo ávido de caricias de atmósferas, mil veces impasible, mil veces tierno pero finalmente absorbido por la nada que corroe lentamente el agua del tiempo Aldo Pellegrini

Agua escondida, Dulce María Loynaz

Dulce María Loynaz Agua escondida Tú eres el agua oscura que mana por dentro de la roca. Tú eres el agua oscura y entrañable que va corriendo bajo la tierra, ignorada del sol, de la sed de los que rastrean la tierra, de los que ruedan por la tierra. Tú eres agua virgen sin destino y sin nombre geográfico; tú eres la frescura intocada, el trémulo secreto de frescura, el júbilo secreto de esta frescura mía que tú eres, de esta agua honda que tú has sido siempre, sin alcanzar a ser más nada que eso; agua negra, sin nombre... ¡Y apretada, apretada contra mí! Dulce María Loynaz Más poemas de Dulce María Loynaz   |   Cuento    |   Poesía    |   Inicio

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