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Poemas de Adam Zagajewski

 Poemas de Adam Zagajewski  Adam Zagajewski A mí mismo en mis memorias   Autorretrato   Canción del emigrado  Domingo  En Drohobych  Habla más suave   Ilustración  Instantes breves  Oda a la suavidad    Vaporetto   Viento  Lista alfabética de autores  |   Inicio
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Habla más suave, Adam Zagajewski

  Habla más suave Adam Zagajewski Habla más suave: eres mayor que aquel que fuiste tanto tiempo; eres mayor que tú mismo y sigues sin saber qué es la ausencia, el oro, la poesía. El agua sucia anegó la calle; una tormenta breve sacudió esta ciudad plana, adormecida. Cada tormenta es un adiós, cientos de fotógrafos parecen sobrevolarnos, inmortalizar con flash segundos de miedo y pánico. Sabes qué es el duelo, la desesperación violenta que ahoga el ritmo cardiaco y el futuro. Entre extraños llorabas, en un moderno almacén donde el dinero, ágil, sin cesar, circulaba. Has visto Venecia, y Siena, y en los lienzos, en la calle, jovencísimas, tristes Madonnas que ansiaban ser muchachas normales y bailar en carnaval. Has visto incluso pequeñas urbes, nada bonitas, gente vieja extenuada por el sufrimiento y el tiempo. Ojos de santos morenos brillando en iconos medievales, ojos ardientes de bestias salvajes. Entre los dedos cogías guijarros de la playa La Galere, y de pronto sentías por ell...

Oda a la suavidad, Adam Zagajewski

  Oda a la suavidad Adam Zagajewski Los amaneceres son ciegos como gatitos. Las uñas crecen confiadamente, aún saben qué tocarán. Suaves son los sueños y la ternura como niebla suspendida sobre nosotros, igual que la campana de Sigismundo antes que el frío la abrazase. Adam Zagajewski Más poemas de Adam Zagajewski | Lista alfabética de autores

Autorretrato, Adam Zagajewski

  Autorretrato Adam Zagajewski Entre ordenador, lápiz y máquina de escribir  se me pasa la mitad del día. Algún día se convertirá en medio siglo. Vivo en ciudades ajenas y a veces converso  con gente ajena sobre cosas que me son ajenas.  Escucho mucha música: Bach, Mahler, Chopin, Shostakovich.  En la música encuentro la fuerza, la debilidad y el dolor, los tres elementos.  El cuarto no tiene nombre.  Leo a poetas vivos y muertos, aprendo de ellos tenacidad, fe y orgullo. Intento comprender   a los grandes filósofos -la mayoría de las veces consigo captar tan sólo jirones de sus valiosos pensamientos. Me gusta dar largos paseos por las calles de París  y mirar a mis prójimos, animados por la envidia, la ira o el deseo; observar la moneda de plata que pasa de mano en mano y lentamente pierde  su forma redonda (se borra el perfil del emperador).  A mi lado crecen árboles que no expresan nada,  salvo su verde perfección indif...

Breve es el sueño, así..., poema de Adolfo Burriel

 Breve es el sueño, así... Breve es el sueño, así la picadura, el vuelo de la abeja, la lluvia, el brillo del pájaro y la llama, la súplica del náufrago,    y la costa, breve es la lluvia, es solitaria el alba, la sombra del milagro. Adolfo Burriel Más poemas de Adolfo Burriel Más Poesía    |    Cuento    |    Letras de canciones    |    Inicio  

Vaporetto, poema de Adam Zagajewski

  Vaporetto En el bolsillo de la cazadora encuentras un pasaje azul para el vaporetto (il biglietto, non cedibile). El billete azul, poco mayor que un sello de la República de Togo, te promete un cambio, un viaje. Se derrite la laca en el recuerdo, se deshiela la almendra de la nieve alpina. Ahora puede empezar la expedición. Estás en Texas, en la tierra llana, entre los robles eternamente verdes, que no recuerdan nada. Por canales estrechos navegarás con !”alemas, a contracorriente; y hallarás glaciares y grisura. El billete reza: corsa semplice, pero no menciona el desierto, la monotonía del gravoso mar, el deseo, el aduanero malicioso, que no te espera sólo a ti, islas de indiferencia y de cenizas. Navegarás largamente. Quizás llegues allí donde descansa el erizo de Venecia, agua, encajes y oro. Quizás llegues allí donde se alzan las rojas torres de Venecia, torres fieles, agujas de un compás perdido en el océano. Adam Zagajewski Más poemas de Adam Zagajewski Más Poesía  ...

El obstáculo, cuento de Juan Carlos Onetti

  Juan Carlos Onetti   El obstáculo        Se fue deteniendo con lentitud, temeroso de que la cesación brusca de los pasos desequilibrara violentamente el conjunto de ruidos mezclados en el silencio. Silencio y sombras en una franja que corría desde el rugido sordo de la usina iluminada hasta las cuatro ventanas del club, mal cerradas para las risas y el choque de los vasos. También, a veces, los tacazos en la mesa de billar. Silencio y sombras acribillados por el temblor de los grillos en la tierra y el de las estrellas en el cielo alto y negro.       Ya debían ser las diez, no había peligro. Dobló a la derecha y entró en el monte, caminando con cuidado sobre el crujir de las hojas, mientras sostenía el saco contra la espalda, los brazos cruzados en el pecho. Oscuro y frío; pero sabía el camino de memoria y la boca entreabierta le iba calentando el pecho, deslizando largas pinceladas tibias bajo la listada camisa gri...

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