Salvador Díaz Mirón
No intentes convencerme de torpeza
con los delirios
de tu mente loca:
mi razón es al
par luz y firmeza,
firmeza y luz
como el cristal de roca.
Semejante al nocturno peregrino,
mi esperanza
inmortal no mira el suelo;
no viendo más que
sombra en el camino,
sólo contempla el
esplendor del cielo.
Vanas son las imágenes que entraña
tu espíritu
infantil, santuario oscuro.
Tu numen, como el
oro en la montaña,
es virginal y,
por lo mismo, impuro.
A través de este vórtice que crispa,
y ávido de
brillar, vuelo o me arrastro,
oruga enamorada
de una chispa
o águila seducida
por un astro.
Inútil es que con tenaz murmullo
exageres el lance
en que me enredo:
yo soy altivo, y
el que alienta orgullo
lleva un broquel
impenetrable al miedo.
Fiando en el instinto que me empuja,
desprecio los
peligros que señalas.
«El ave canta
aunque la rama cruja,
como que sabe lo
que son sus alas».
Erguido bajo el golpe en la porfía,
me siento
superior a la victoria.
Tengo fe en mí;
la adversidad podría,
quitarme el
triunfo, pero no la gloria.
¡Deja que me persigan los abyectos!
¡Quiero atraer la
envidia aunque me abrume!
La flor en que se
posan los insectos
es rica de matiz
y de perfume.
El mal es el teatro en cuyo foro
la virtud, esa
trágica, descuella;
es la sibila de
palabra de oro,
la sombra que
hace resaltar la estrella.
¡Alumbrar es arder! ¡Estro encendido
será el fuego
voraz que me consuma!
La perla brota
del molusco herido
y Venus nace de
la amarga espuma.
Los claros timbres de que estoy ufano
han de salir de
la calumnia ilesos.
Hay plumajes que
cruzan el pantano
y no se
manchan... ¡Mi plumaje es de esos!
¡Fuerza es que sufra mi pasión! La palma
crece en la
orilla que el oleaje azota.
El mérito es el
náufrago del alma:
vivo, se hunde;
pero muerto, ¡flota!
¡Depón el ceño y que tu voz me arrulle!
¡Consuela el
corazón del que te ama!
Dios dijo al agua
del torrente: ¡bulle!;
y al lirio de la
margen: ¡embalsama!
¡Confórmate, mujer! Hemos venido
a este valle de
lágrimas que abate,
tú, como la
paloma, para el nido,
y yo, como el
león, para el combate.
Género literario: Poesía
País: México
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