Rubén Darío
¡Argentina! Tu ser no abriga
la riqueza tentacular
que a Europa finisecular
incubó la furia enemiga.
Y si oyes un día explotar
el trágico odio del iluso,
regando ciega desventura,
es que Ananke la bomba puso
en la mano de la Locura.
¡Deméter, tu magia prolífica
del esfuerzo por la bondad
envíe la hostia pacífica
a la boca de la ciudad!
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