Adán en Paraíso, vos en huerto,
él puesto en honra, vos en agonía,
él duerme, y vela mal su compañía,
la vuestra duerme, vos oráis despierto.
Él cometió el primero desconcierto,
vos concertaste nuestro primer día,
cáliz bebéis, que vuestro Padre envía,
él come inobediencia, y vive muerto.
El sudor de su rostro le sustenta,
el del vuestro mantiene nuestra gloria,
suya la culpa fue, vuestra la afrenta.
Él dejó error, y vos dejáis memoria,
aquel fue engaño ciego, y esta venta.
¡Cuán diferente nos dejáis la historia!
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Poesía española de los Siglos de Oro. Francisco de Quevedo.
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