Ir al contenido principal

"Diálogo entre Venus y Príapo", Rafael Alberti






Príapo:
           ...Despierta, sí, cerrada
caverna de coral. Voy por tus breñas,
cabeceante, ciego, perseguido.
Ábrete a mi llamada,
al mismo sueño que en tu gruta sueñas.
Tus rojas furias sueltas me han mordido.
¿Me escuchas en lo oscuro?
sediento, he jadeado las colinas
y descendido al valle donde empieza
el caminar más duro,
pues todo, aunque cabellos, son espinas,
montes allí rizados de maleza.
¿Duermes aún? ¿No sientes
cómo mi flor, brillante y ruborosa
la piel, extensa y alta se desnuda,
y con labios calientes
-coral los tuyos y los míos rosa-
besa la noche de tus labios muda?
¡Despierta!...

Venus:
            ¿Quién me nombra?
¿quién persigue mis óleos seminales,
quién mi gruta de sombra
y navegar oculto mis canales?

Príapo:
            Quien solamente puede y se desvela,
levantado por ti, de noche y día,
se atiranta en candela
y no se dobla hasta que el mar lo enfría
¡Deja que te contemple!

Venus:
            Que te mire
déjame a mí también. ?Siempre eres bello!

Príapo:
           ¡Déjame que en tus selvas te respire!

Venus:
           ¡Que me despeine en tu robusto cuello!

Príapo:
           ¿Por qué dormías?

Venus:
          Todo era fingido.
Mi dormir no era más que desearte.
Tú alzas mi sueño cuando estás dormido.
Nací tan sólo para levantarte.

Príapo:
           ¡Oh noche clara!

Venus:
           ¡Oh clara luna llena!
¡Rayo directo que me inundas!

Príapo:
              Eres taza de espuma azul,
concha marina,
alga abierta en la arena,
paraíso de sal de las mujeres
secreto erizo que en la mar trasmina.
Golfo nocturno, ábrete a mí, bañadas
del más cálido aliento tus riberas.
Sabes a mosto submarino, a olas
en vivientes moluscos despeñadas,
a tajamares, soles de escolleras
ya rumor de perdidas caracolas.
Sabes también...

Venus:
             Repósate un momento...

Príapo:
           El reposar es mi mayor tristeza.

Venus:
           También yo quiero repetir al viento
toda mi admiración por tu grandeza.

Príapo:
           Hincho las velas. Habla.

Venus:
          Eres trinquete,
palo mesana, ,torre indagadora
y, ardido del más rojo gallardete,
cresta de gallo al despuntar la aurora.
Sales de un bosque, lanza o jabalina.
Redondos aramboles, de espejuelos
te alumbran cuando cazas.
Pende en los dos la gloria masculina.
Llenas las nubes, los cargados cielos
rebosan de sus tazas.

Príapo:
           ¡Oh, ven más cerca! ¡Ven!

Venus:
           ¡No! No me riegues,
amor, de blancos copos todavía.
Guarda, mi bien, esas nevadas flores
hasta que al fin me llegues
a lo más hondo de mi cueva umbría
con tus largos y ocultos surtidores.

Príapo:
           ¿Qué quieres más?

Venus:
           Anhelo que me cantes
cosas que faltan. Mis alrededores
prometen sima al sur y al norte cumbres.

Príapo:
           Hacia ellas van mis rayos penetrantes,
su flor certera, sus certeras lumbres.

Venus:
          ¿Qué ves, qué me iluminas?

Príapo:
           ¡Oh precipicio, oh noche bordeada
de oscuridad también! ¡Despeñadero
que hacia las sombras sólo me encaminas!
Te miro y más se hunde mi mirada.
si la dicha es redonda, está en tu cero.

Venus:
          Pasa a los altos, sube a los alcores...
¿qué ves ahora, dime?

Príapo:
              Un baluarte
de clavel y de nieve a cada lado.
¡Oh fortalezas! ¡Claros miradores
para clavar en ellos mi estandarte
y descender al bosque enamorado!

Venus:
          Dime si escondes para mi ventura
cosas que acaso yo no sepa.

Príapo:
            Escondo,
también allá en lo hondo
de una caverna oscura,
de blancas y mordientes
almenas vigiladas,
una muy dulce y de humedad mojada
cautiva...

Venus:
            Yo prosigo. Son los dientes
los que fijos la rondan y dan vela.
También yo otra cautiva
como la tuya aguardo. ¿No la sientes?
A navegar sobre su propia estela
mírala aquí dispuesta, siempre viva.

Príapo:
           ¡Oh encendido alhelí, flor rumorosa!
Deja que tu saliva
de miel, que tu graciosa
corola lanceolada de rubíes
mojen mi lengua, ansiosa
de en la tuya mojar mis carmesíes.


Venus:
           ¡Flor contra flor!

Príapo:
           ¡Qué blandos oleajes
ya por mis flancos tu alhelí resbala!

Venus:
          Gira la noche...

Príapo:
           Cantan los cordajes...

Venus:
           Cambia el viento... Dan vuelta los paisajes...

Príapo:
           Y hace en tus labios mi navío escala,
mientras tu fuente oculta, prisionera
de mi boca, entreabriendo
su dócil ya y sumisa enredadera,
dulce y quejosamente va fluyendo.

Venus:
           ¡Oh bonanza!

Príapo:
           ¡Oh tranquilo
descanso ahora! ¡Calmas, aunque plenas,
nuncios ya de los hondos y más duros
combates!

Venus:
          ¡Desflecadas, hilo a hilo,
tus espumas descienden mis almenas.

Príapo:
            Tus arroyos y peces más oscuros
me corren por los labios todavía.

Venus:
           Un sabor a jazmín me permanece
ya tallo donde nada antes crecía.

Príapo:
            A tallo que por ti de nuevo crece.

Venus:
            ¡Oh asombro! ¡Prodigiosa,
mágica fuerza!

Príapo:
           ¡Abismo que me atrae!

Venus:
          ¡Oh cima misteriosa!

Príapo:
          ¡Cima que sólo en ese abismo cae!

Venus:
           Qué mármol jaspeado!
¡Pálida, arquitectónica belleza!
¡Qué alto fuste estriado
de azules ríos! ¡Capitel armado
para elevar el mundo en su cabeza!

Príapo:
           Avanzo ya.

Venus:
           La noche abrasa.

Príapo:
             Gotas
de esperma verde tiemblan los luceros.

Venus:
           Las dehesas remotas
de la luna, sus albos ventisqueros
se llenan de bramidos.
Del cielo penden signos genitales.
La Vía Láctea rueda sus henchidos
torrentes de amorosos sementales

Príapo:
           Gruta sagrada, toco tus orillas.
Abre tus labios ya, siénteme  dentro.

Venus:
          ¡Oh maravilla de las maravillas!
¡Luz que me quema el más profundo centro!

Príapo:
           Se confunden los bosques, las lianas
se juntan y conmueven.
en el pomar revientan las manzanas
y en el jardín copos de nardos llueven.

Venus:
          ¡Qué bien cubres mis ámbitos! Sus muros
¡cómo me los ensanchas y los llenas!
¡Qué pleamar, qué viento acompasados!

Príapo:
            Jaca y jinete, unísonos, seguros,
galopan de corales y de arenas
y de espumas bañados.

Venus:
           Detente, amor. No infundas ese aliento
tan rápido a las brisas. Aminora
un poco el paso. Da a tu movimiento
un ritmo nuevo ahora.

Príapo:
           Pondré en mis alas un volar más lento.

Venus:
           ¡Dulce vaivén! rezuman mis paredes
las más blandas esencias.

Príapo:
           Desasidas de sus más hondas redes,
ya mis médulas saltan encendidas.

Venus:
           Ten más el freno.

Príapo:
           ¿El freno? Querencioso,
mi caballo se pierde a la carrera.

Venus:
           Sigo también su galopar furioso,
antes que derramado en mí se muera.

Príapo:
           ¡Amor!

Venus:
           ¡Amor! La noche se desvae.
Nos baña el mar. ¡Oh luz! El mundo canta.
Cae la luna... El viento...

Príapo:
           Todo cae
cuando el gallo del hombre se levanta.

 




______________________________________

Rafel Alberti (1902-1999) 
Poeta español que en la coyuntura de la Guerra Civil Española tomó activamente partido por el gobierno republicano, participó arengando a los republicanos con su poesía, organizó diversos eventos y estuvo activo de muchas maneras. Vivió un larguísimo exilio en Argentina y en Italia, finalmente regresó a España y murió allí. Fue miembro de la Generación de 1927. Obtuvo el Premio Miguel de Cervantes en 1983.
______________________________________
Letras de acá y de allá. Blog de literatura.

Comentarios

Entradas populares de este blog

"Como la tierna madre..." (Soneto XIV), Garcilaso de la Vega (Soneto y comentario)

Garcilaso de la Vega Como la tierna madre –que el doliente hijo le está con lágrimas pidiendo alguna cosa de la cual comiendo sabe que ha de doblarse el mal que siente, y aquel piadoso amor no le consiente que considere el daño que, haciendo lo que le piden, hace– va corriendo y aplaca el llanto y dobla el accidente: así a mi enfermo y loco pensamiento, que en su daño os me pide, yo querría quitarle este mortal mantenimiento; mas pídemele y llora cada día tanto que cuanto quiere le consiento, olvidando su muerte y aun la mía. Garcilaso de la Vega Más poemas de Garcilaso | Cuento   |   Poesía |   Letras de canciones   |  Inicio   Comentarío de análisis del poema: El soneto de Garcilaso de la Vega, "Como la tierna madre" -soneto XIV-, es una composición poética que aborda el tema del amor maternal y el sacrificio que una madre está dispuesta a hacer por su hijo. El poema comienza con una imagen poderosa, una madre que consuela a su hijo doliente que

"¡Aleluya!", Rubén Darío

Rubén Darío   XXVI ¡ALELUYA! A Manuel Machado    Rosas rosadas y blancas, ramas verdes,  corolas frescas y frescos  ramos, Alegría!    Nidos en los tibios árboles,  huevos en los tibios nidos,  dulzura, Alegría!    El beso de esa muchacha  rubia, y el de esa morena,  y el de esa negra, Alegría!    Y el vientre de esa pequeña  de quince años, y sus brazos  armoniosos, Alegría!    Y el aliento de la selva virgen,  y el de las vírgenes hembras,  y las dulces rimas de la Aurora,  Alegría, Alegría, Alegría! Rubén Darío Más poemas de Rubén Darío Más Poesía    |    Cuento    |    Letras de canciones    |    Inicio

AA. en una esquina, Aníbal Núñez | Poesía

  AA. en una esquina Aquí, al volver el sol, han confluido mi sangre con tu sangre de noviembre: verde seco es vasija de otro verde seco que abarca toda la costumbre de renacer -cenizas son los días diecinueve y cada noche en que Saturno manda en las estrellas- No hay lugar para ti y para mí juntos en esta ciudad rota en la que somos tú y yo, no lo mejor de cada uno sino tú y yo. No hay sitio. Hay una esquina que, aunque lugar de citas imposibles, es el único punto que nos queda para que la belleza del encuentro y el dolor consecuente a la belleza dignifiquen al menos nuestra ausencia. Noviembre, 1974 Aníbal Núñez  Más poemas de Aníbal Núñez    |   Poesía    |   Cuento    |    Inicio