a
Constantin Guys
I
De aquel terrible paisaje
Como nunca vio mortal,
Esta mañana, aún la imagen
Vaga y lejana perdura.
Como nunca vio mortal,
Esta mañana, aún la imagen
Vaga y lejana perdura.
¡Lleno está el sueño de magia!
Por un singular capricho
Desterré de ese espectáculo
Al barroco vegetal,
Por un singular capricho
Desterré de ese espectáculo
Al barroco vegetal,
Y, pintor fiel de mi sueño,
En el cuadro saboreé
La monotonía embriagante
De agua, mármol y metal.
En el cuadro saboreé
La monotonía embriagante
De agua, mármol y metal.
Babel de arcos y escaleras,
Era un palacio infinito
lleno de fuentes y aljibes
En oro bruñido o mate;
Era un palacio infinito
lleno de fuentes y aljibes
En oro bruñido o mate;
Y rumorosas cascadas,
Como cortinas de vidrio,
Se suspendían destellantes
Sobre murallas metálicas.
Como cortinas de vidrio,
Se suspendían destellantes
Sobre murallas metálicas.
No árboles, sino columnas,
Ceñían estanques dormidos,
Donde gigantescas náyades
Como damas se miraban.
Ceñían estanques dormidos,
Donde gigantescas náyades
Como damas se miraban.
Capas de agua se extendían,
Por muelles rosas y verdes,
Durante miles de leguas,
Hacia el fin del universo;
Por muelles rosas y verdes,
Durante miles de leguas,
Hacia el fin del universo;
Había piedras inauditas
Y olas mágicas; había
Inmensos hielos absortos
Por lo que ellos reflejaban.
Y olas mágicas; había
Inmensos hielos absortos
Por lo que ellos reflejaban.
Taciturnos y distantes,
Ganges en el firmamento,
Arrojaban sus tesoros
En diamantinos abismos.
Ganges en el firmamento,
Arrojaban sus tesoros
En diamantinos abismos.
Arquitecto de mis magias
Hacía, a mi voluntad,
Bajo un enjoyado túnel
Pasar un manso océano;
Hacía, a mi voluntad,
Bajo un enjoyado túnel
Pasar un manso océano;
Y hasta los negros colores
Parecían claros y limpios;
Fundía su gloria el líquido
En el rayo cristalino.
Parecían claros y limpios;
Fundía su gloria el líquido
En el rayo cristalino.
No había vestigio de astros,
¡Ni siquiera el sol poniente,
Para alumbrar los prodigios
Que con su fuego brillaban!
¡Ni siquiera el sol poniente,
Para alumbrar los prodigios
Que con su fuego brillaban!
Y sobre esas maravillas
Planeaba (¡atroz novedad!
Presente el ojo, no el oído)
Un infinito silencio.
Planeaba (¡atroz novedad!
Presente el ojo, no el oído)
Un infinito silencio.
II
Al abrir mis ardientes ojos,
Miré el horror de mi cuarto
Y sentí, de nuevo en mi alma,
De la inquietud el aguijón;
Miré el horror de mi cuarto
Y sentí, de nuevo en mi alma,
De la inquietud el aguijón;
El fúnebre son del péndulo,
Me recordó el mediodía;
Caía la oscuridad
Sobre el embotado mundo.
Me recordó el mediodía;
Caía la oscuridad
Sobre el embotado mundo.
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Charles Baudelaire (1821-1867), escritor francés de gran trascendencia, pieza clave en el paso a lo que hoy se denomina "poesía moderna"
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Letras de acá y de allá. Blog de Literatura.
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