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Considerando en frío, imparcialmente... | César Vallejo

Considerando en frío, imparcialmente... César Vallejo Considerando en frío, imparcialmente, que el hombre es triste, tose y, sin embargo, se complace en su pecho colorado; que lo único que hace es componerse de días; que es lóbrego mamífero y se peina… Considerando que el hombre procede suavemente del trabajo y repercute jefe, suena subordinado; que el diagrama del tiempo es constante diorama en sus medallas y, a medio abrir, sus ojos estudiaron, desde lejanos tiempos, su fórmula famélica de masa… Comprendiendo sin esfuerzo que el hombre se queda, a veces, pensando, como queriendo llorar, y, sujeto a tenderse como objeto, se hace buen carpintero, suda, mata y luego canta, almuerza, se abotona… Considerando también que el hombre es en verdad un animal y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza… Examinando, en fin, sus encontradas piezas, su retrete, su desesperación, al terminar su día atroz, borrándolo… Comprendiendo que él sabe que le quiero, que le odio con afecto...

Delta, poema de Adrienne Rich

Delta Adrienne Rich Si has creído que este escombro es mi pasado hurgando en él para vender fragmentos entérate de que ya hace tiempo me mudé más hondo al centro de la cuestión Si crees que puedes agarrarme, piensa otra vez: mi historia fluye en más de una dirección un delta que surge del cauce con sus cinco dedos extendidos Adrienne Rich Traducción de María Soledad Sánchez Gómez Más

Árboles, poema de Adrienne Rich

Árboles Adrienne Rich Desde el interior, los árboles avanzan hacia el bosque, el bosque que estuvo vacío todos aquellos días, donde ningún pájaro podía posarse, ningún insecto esconderse, y ningún sol podía enterrar su pies en la sombra; en el bosque vacío de esas noches, los árboles abundarán por la mañana. Las raíces se esfuerzan toda la noche por desprenderse de las grietas en el suelo de la terraza. Las hojas se retuercen hacia los vidrios, pequeños vástagos endurecidos por el esfuerzo largas y torcidas ramas que se desprenden con dificultad bajo el techo, como pacientes recién dados de alta, medio-aturdidos, dirigiéndose hacia las puertas de la clínica. Aquí me acomodo. Las puertas se abren hacia la terraza, escribo extensas cartas donde apenas menciono el bosque y su partida de la casa. La noche está fresca, la luna entera brilla en un cielo aún abierto. El aroma de hojas y liquen llega como una voz a las habitaciones. Mi mente está plena de susurros que permanecerán en sile...

Cantora nocturna, Alejandra Pizarnik

 Cantora nocturna, poema de Alejandra Pizarnik Cantora nocturna Joe, macht die Musik von damals nacht... La que murió de su vestido azul está cantando. Canta imbuida de muerte al sol de su ebriedad. Adentro de su canción hay un vestido azul, hay un caballo blanco, hay un corazón verde tatuado con los ecos de los latidos de su corazón muerto. Expuesta a todas las perdiciones, ella canta junto a una niña extraviada que es ella: su amuleto de la buena suerte. Y a pesar de la niebla verde en los labios y del frío gris en los ojos, su voz corroe la distancia que se abre entre la sed y la mano que busca el vaso. Ella canta. Alejandra Pizarnik .

Amantes, poema de Alejandra Pizarnik

 Amantes, Alejandra Pizarnik Amantes una flor no lejos de la noche mi cuerpo mudo se abre a la delicada urgencia del rocío Alejandra Pizarnik De "Los trabajos y las noches" 1965

Amor es..., poema de Dulce María Loynaz | Letras de acá y de allá

Dulce María Loynaz Amor es... Amar la gracia delicada del cisne azul y de la rosa rosa; amar la luz del alba y la de las estrellas que se abren y la de las sonrisas que se alargan... Amar la plenitud del árbol, amar la música del agua y la dulzura de la fruta y la dulzura de las almas dulces.... Amar lo amable, no es amor: Amor es ponerse de almohada para el cansancio de cada día; es ponerse de sol vivo en el ansia de la semilla ciega que perdió el rumbo de la luz, aprisionada por su tierra, vencida por su misma tierra... Amor es desenredar marañas de caminos en la tiniebla: ¡Amor es ser camino y ser escala! Amor es este amar lo que nos duele, lo que nos sangra bien adentro... Es entrarse en la entraña de la noche y adivinarle la estrella en germen... ¡La esperanza de la estrella!... Amor es amar desde la raíz negra. Amor es perdonar; y lo que es más que perdonar, es comprender... Amor es apretarse a la cruz, y clavarse a la cruz, y morir y resucitar ... ¡Amor es resucitar! Dulce María...

AA. en una esquina, Aníbal Núñez | Poesía

  AA. en una esquina Aquí, al volver el sol, han confluido mi sangre con tu sangre de noviembre: verde seco es vasija de otro verde seco que abarca toda la costumbre de renacer -cenizas son los días diecinueve y cada noche en que Saturno manda en las estrellas- No hay lugar para ti y para mí juntos en esta ciudad rota en la que somos tú y yo, no lo mejor de cada uno sino tú y yo. No hay sitio. Hay una esquina que, aunque lugar de citas imposibles, es el único punto que nos queda para que la belleza del encuentro y el dolor consecuente a la belleza dignifiquen al menos nuestra ausencia. Noviembre, 1974 Aníbal Núñez  Más poemas de Aníbal Núñez    |   Poesía    |   Cuento    |    Inicio  

Bichicome, cuento de Juan Carlos Onetti | Letras de acá y de allá

  Bichicome (Cuento)   Juan Carlos Onetti Ella tendría cinco o seis años cuando empecé a enterarme verdaderamente de su existencia. Hasta entonces era la primera hija de los Torres, una criatura tan bella que parecía hecha con manos de artista, pero no de la manera acostumbrada: Una enanita cargosa que estaba aprendiendo a hablar y oía conversaciones sin entender, ya con una mirada fija en los rostros parlantes de los mayores.   Claro, mis visitas nocturnas a los Torres con bebidas sin más límite que los rechazos de hígado o estómagos siempre o casi siempre reducidas a temas literarios, conversados casi sin discusiones con la admirable inteligencia de Rodrigo y su infalible intuición poética y algún escritor que transcurría con su pareja, se repitieron durante algunos años. Alicia tejía las horas, infatigable, con colores variados de las lanas.   Muy pronto llegó la media docena de años para la niña y se produjo y reprodujo en los principios de la madrugada un cambio...

Poemas de Garcilaso de la Vega, sonetos y demás poemas

  POEMAS DE GARCILASO DE LA VEGA Soneto I.     Cuando me paro a contemplar mi estado... Soneto II     En fin, a vuestras manos he venido... Soneto III    La mar en medio y tierras he dejado... Soneto IV    Un rato se levanta mi esperanza... Soneto V     Escrito está en mi alma vuestro gesto... Soneto VI    Por ásperos caminos he llegado... Soneto VII   No pierda más quien ha tanto perdido... Soneto VIII  De aquella vista pura y excelente... Soneto IX    Señora mía, si de vos yo ausente... Soneto X     ¡Oh, dulces prendas por mi mal halladas...! Soneto XI    Hermosas ninfas, que en el río metidas...   Soneto XII         Si para refrenar este deseo...   Soneto XIII          A Dafne ya los brazos le crecían...   Soneto XIV          Como la tierna madre -que el doliente... ...

Poema a papá, Gustavo Chatino

 Poema a papá, por Gustavo Chatino Poema a papá, por Gustavo Chatino A ti, mi amado padre, dedico mis versos, Un canto de gratitud que sale del corazón, Por ser mi guía constante en cada paso, Por tu amor incondicional y sabia enseñanza. Desde el primer suspiro, estuviste a mi lado, Sosteniendo mis sueños, apoyando mis pasiones, Tu presencia valiosa, mi fuerza y mi abrigo, Eres el faro que ilumina mi camino. En tu mirada encuentro la ternura infinita, La paciencia y el valor que en mí has cultivado, Con tu ejemplo noble, me enseñaste a ser valiente, A levantarme siempre, aunque el mundo me desafíe. Me diste alas para volar y explorar el universo, En tus brazos encontré consuelo y protección, Me enseñaste a enfrentar con coraje los retos, A ser honesto, humilde y luchar por la perfección. En tus palabras sabias, hallé la sabiduría, La voz que me anima cuando dudo en el camino, Tu voz serena me guía, me da aliento y esperanza, Eres mi héroe silencioso, mi estrella en el firmamento. P...

"Soledad primera", Luis de Góngora y Argote

  Era del año la estación florida en que el mentido robador de Europa  (media luna las armas de su frente,  y el Sol todos los rayos de su pelo),  luciente honor del cielo,  en campos de zafiro pace estrellas,  cuando el que ministrar podía la copa  a Júpiter mejor que el garzón de Ida,  náufrago y desdeñado, sobre ausente,  lagrimosas de amor dulces querellas  da al mar, que condolido,  fue a las ondas, fue al viento  el mísero gemido,  segundo de Arïón dulce instrumento.  Del siempre en la montaña opuesto pino  al enemigo Noto,  piadoso miembro roto,  breve tabla, delfín no fue pequeño  al inconsiderado peregrino,  que a una Libia de ondas su camino  fió, y su vida a un leño.  Del Océano pues antes sorbido,  y luego vomitado  no lejos de un escollo coronado  de secos juncos, de calientes plumas,  alga todo y espumas,  halló hospitalidad donde halló nido...

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