Ir al contenido principal

"Yo vengo de un brumoso país...", Amado Nervo


Amado Nervo


Yo vengo de un brumoso país lejano,
regido por un viejo monarca triste…
Mi numen sólo busca lo que es arcano,
mi numen sólo adora lo que no existe.


Tú lloras por un sueño que está lejano,
tú aguardas un cariño que ya no existe,
se pierden tus pupilas en el arcano
como dos alas negras, y estás muy triste.


Eres mía: nacimos de un mismo arcano
y vamos, desdeñosos de cuanto existe,
en pos de ese brumoso país lejano,
regido por un viejo monarca triste…








Amado Nervo fue un escritor mexicano precursor del Modernismo, cuyo libro inaugural de consider Azul, del poeta nicaragüense Rubén Darío.

Puede comprar libros de Amado Nervo y libros sobre Amado Nervo en Amazon siguiente este enlace.

Comentarios

aads

Entradas populares de este blog

Poemas de Rubén Darío

 Poemas de Rubén Darío Rubén Darío Lista alfabética de poemas de Rubén Darío por título o por primer verso: A Amado Nervo   A aquel pobre muchacho (Abrojos XXVI)   A Colón   Advierte si fue profundo (Abrojos XXII)   A Juan Ramón Jiménez   Alaba los ojos negros de Julia   ¡Aleluya!   Allá en la playa quedó la nina   Allá está la cumbre   Allá lejos   Al rey Óscar   A las evocaciones clásicas   Al oír sus razones (Abrojos VII)     Amada, la noche llega   Amado Nervo   A maestre Gonzalo de Berceo   A Margarita Debayle (Margarita, está linda la mar...)   Ama tu ritmo y ritma tus acciones   Amo los pálidos rostros   Anagké   Animará la virgen tierra   Ano nuevo   A Phocás, el campesino    Aquella frente de virgen (Abrojos XXIX)   Argentina, Argentina   Argentina, el cantor ha oteado   Argentina, el día que te vistes de gala   Argentina, re...

El obstáculo, cuento de Juan Carlos Onetti

  Juan Carlos Onetti   El obstáculo        Se fue deteniendo con lentitud, temeroso de que la cesación brusca de los pasos desequilibrara violentamente el conjunto de ruidos mezclados en el silencio. Silencio y sombras en una franja que corría desde el rugido sordo de la usina iluminada hasta las cuatro ventanas del club, mal cerradas para las risas y el choque de los vasos. También, a veces, los tacazos en la mesa de billar. Silencio y sombras acribillados por el temblor de los grillos en la tierra y el de las estrellas en el cielo alto y negro.       Ya debían ser las diez, no había peligro. Dobló a la derecha y entró en el monte, caminando con cuidado sobre el crujir de las hojas, mientras sostenía el saco contra la espalda, los brazos cruzados en el pecho. Oscuro y frío; pero sabía el camino de memoria y la boca entreabierta le iba calentando el pecho, deslizando largas pinceladas tibias bajo la listada camisa gri...

"El primer capítulo", Manuel Gutiérrez Nájera

Manuel Gutiérrez Nájera Cuando a la sala entré, la luz tenías del velador tras la bombilla opaca, y hundida muellemente en la butaca con languidez artística leías. Cerraste el libro al verme, nos hablamos, con gracia seductora sonreíste, los pliegues de tu traje recogiste y los dos frente a frente nos sentamos. Era blanca la bata que hasta el cuello en sus ondas flotantes te arropaba, y blanca aquella rosa que ostentaba, en sus bucles soberbios, tu cabello. ¡Cómo de aquellos ojos la negrura y tu morena y oriental belleza contrastaban, bien, con la frescura   de tus húmedos labios de cereza! ¡Cómo aquel rizo que en ligeras ondas encrespadas, rozándolo, el ambiente, caía apartado de tus trenzas blondas sobre el mármol corintio de tu frente! A veces tu cabeza sacudiendo, los indóciles bucles recogías, y la bata, al moverse, desprendiendo, tu opalina garganta descubrías. El pie, pequeño y tímido escondido, cuando tu cuerpo mórbido ondulaba, imp...